Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Santiago 1:22Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Un hombre que esperaba afuera de una iglesia le preguntó a una persona que salía:
<<Ya se terminó el sermón?>>
<<No, fue la respuesta. Ya se predicó pero ahora hay que ponerlo en práctica.>>
Esta historia, del libro de Irving Jensen escrito en inglés Independent Bible Study [Estudio Bíblico Independiente] presenta un buen argumento. El conocimiento de la Biblia que se obtiene en la iglesia no está completo hasta que no se aplica a la vida.
El apóstol Santiago se inquietaba por los creyentes que escuchaban la Palabra, pero no permitían que la misma tocase sus vidas. La persona que lee y estudia la Biblia necesita ponerla en práctica. De lo contrario es como un ejecutivo que se mira en un espejo la mañana en la que tiene que asistir a una importante reunión, ve una mancha grande en su corbata, y se olvida que la tiene y se va así a la reunión.
¿Cómo podemos aplicar a nuestra vida lo que aprendemos? ¿Cómo podemos cerciorarnos de que somos hacedores de la Palabra? Jensen sugiere tres respuestas:
- La confesión. Admite tu pecado y confiésalo a Dios.
- La Fe. Cree la verdad.
- La obediencia. Haz lo correcto aun cuando no comprendas los caminos de Dios.
Ningún sermón se acaba hasta que no hacemos algo al respecto. Entonces se convierte en un sermón que bendice a los demás por medio de nosotros.
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